Siempre se ha dicho, de manera metafórica, que los perros se relacionan con su familia y el mundo que les rodea a través de su olfato, que es el sentido más desarrollado del perro. Esto es sencillo de comprobar observando que los perros lo primero que hacen es olfatear a una persona antes de interactuar con ella. Este estudio arroja nueva luz sobre cómo los perros ven, huelen y se orientan en el mundo.
Narices prodigiosas: así funciona el olfato del perro
La nariz de un perro se denomina trufa. Su bulbo olfatorio posee más de trescientos millones de receptores, mientras que el de los humanos solo cuenta con cinco millones. Además los perros tienen un «olfato auxiliar», representado por el órgano de Jacobson o vomeronasal, situado en el hueso vómer que se encuentra entre la nariz y la boca, que les permite detectar trazas de sustancias químicas, hormonas y feromonas, lo cual les ayuda a interpretar multitud de emociones, estados de ánimo e incluso enfermedades indetectables para nosotros. Sin el sentido del olfato los perros se encontrarían literalmente perdidos. Para algunos olores concretos el perro es hasta ¡un millón de veces mejor que el ser humano!
Se descubre la conexión cerebral entre el olfato y la vista en los perros
Según el estudio de este mismo año, «Extensive Connections of the Canine Olfactory Pathway Revealed by Tractography and Dissection», difundido en The Journal of Neuroscience , el sentido de la vista y el del olfato están conectados en el cerebro del perro, un vínculo que, de momento, no se ha observado en ninguna otra especie. “Nunca habíamos visto esta conexión entre la nariz y el lóbulo occipital, funcionalmente la corteza visual en los perros, en ninguna especie”, declara la profesora asistente de ciencias clínicas Philippa Johnson.
El estudio se llevó a cabo en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Cornell (Nueva York, Estados Unidos), por un equipo interdisciplinar de científicos liderados por la profesora veterinaria Philippa Johnson, autora principal de este estudio
El laboratorio de la doctora Johnson está especializado en el desarrollo de métodos avanzados de neuroimagen en el cerebro animal, principalmente en perros, gatos y caballos, con el fin de realizar programas de diagnósticos cada vez más precisos de las patologías cerebrales y de médula espinal en estas especies.
Los autores realizaron resonancias magnéticas en veintitrés perros sanos (machos y hembras) y utilizaron imágenes resonancia magnética de difusión (DTI), una técnica avanzada de neuroimagen, para localizar las vías de la materia blanca del cerebro del perro. Encontraron conexiones entre el bulbo olfativo y el sistema límbico y el lóbulo piriforme, donde el cerebro procesa la memoria y la emoción, que son similares a las de los humanos, así como conexiones nunca documentadas con la médula espinal y el lóbulo occipital que no se encuentran en humanos. La tractografía, un proceso de modelado en 3D, les permitió mapear y diseccionar virtualmente los tractos de materia blanca.
«Ya teníamos indicios de que su visión (de los perros) no es tan aguda y compleja como la humana. Sin embargo, ahora sabemos que el olfato forma parte de su procesamiento visual, por lo que los perros podrían tener una experiencia del mundo completamente diferente a la nuestra», concluye la autora.
La cognición olfativa
En este estudio se recoge que cuando los seres humanos entramos en una habitación utilizamos principalmente el sentido de la vista para saber quién está allí o cómo están colocados los muebles, mientras que los perros integran los olores en su interpretación del entorno, el aprendizaje y su ubicación en él.
De hecho, se sabe que más de un 50% de la capacidad cerebral del perro está dedicada a tareas referentes al olfato, por eso es tan importante para su correcto desarrollo cognitivo y para favorecer su capacidad de concentración. Puedes estimular estas aptitudes mediante juegos sencillos que se pueden realizar en casa o al aire libre.